Mi habitación con el monitor Nokia usurpado al vecino
La cocina
Mi habitación con el monitor Nokia usurpado al vecino
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Los días previos al viaje crearon en mí una serie de sensaciones que no sabría describir fácilmente.Una sensación de pena por abandonar todo lo que tengo en España y que seguro echaré de menos en Finlandia. Otra sensación de miedo al no saber lo que me voy a encontrar allí y otra sensación de ilusión y ganas por conocer y vivir lo que seguro será una experiencia inolvidable en mi vida.
El miércoles por la mañana me dirigí al aeropuerto de Barajas con la ilusión de poder llegar a Helsinki lo antes posible. Minutos antes de embarcar a Copenhage me doy cuenta que tengo al lado a Michael Laudrup (ídolo de toda la vida). Nada más verlo decido ir a saludarle y la calidad que los dos atesoramos se funde en un apretón de manos.
Tres horas más tarde aterrizo en Copenhage y como me temía, la situación empeora. El vuelo a Helsinki ha sido cancelado debido a la fuerte nevada que está cayendo. No ha podido empezar peor el viaje, ya no me encuentro rodeado de españoles y he de empezar a utilizar ese Spanglish que llevo dentro. Me dirijo al "Information Center" y me cambian el billete para cuatro horas más tarde que al final serían diez debido a la nieve que ya empiezo a odiar. En esas diez horas conozco a la perfección el aeropuerto de Copenhage y comienzo a observar lo altos y rubios que son los nórdicos. El segundo disgusto no tarda en llegar al pagar ocho euros por un insípido sandwich de jamón y queso y cuatro por un botellín de agua (será por agua).
Por fin llego a Helsinki a las cuatro de la mañana y he de esperar hasta las cinco para coger el primer autobus que sale con destino a Forssa. Debido al cansancio no soy consciente de dónde estoy y salgo fuera del aeropuerto. No os imagináis qué sensación es la de recibir una bocanada de aire frío (-20 grados) cuando uno está más dormido que despierto. Decido recular y volver al aeropuerto de manera disimulada como si el frío no me afectase, pero con las rodillas temblando y más despierto que nunca.
Lo siguiente fue tunearme en el baño del aeropuerto con tres camisetas, jersey y la cazadora de plumas (que la quiero tanto como a mi madre) gorro, braga y guantes. Era el momento perfecto para robar un banco, pero el autobús estaba esperando.
Una nueva sorpresa que me encuentro es que el desgraciado del conductor sólo habla finés así que tengo que informarme de cómo llegar a mi destino preguntando a uno de los pocos viajeros que me acompañaba en el viaje. Por fin llego a Forssa a las ocho de la mañana y una chica de la Universidad muy agradable allí estaba esperándome. Me lleva en coche hasta mi apartamento y me da las llaves. Por fin he logrado mi objetivo 24 horas después!