lunes, 26 de febrero de 2007

Excursión a Turku

Tan solo pude dormir cuatro horas y alguien llamó a la puerta. Era un español que me daba la bienvenida y me invitaba a ir a una excursión a Turku organizada por los estudiantes Erasmus. Estaba cansado pero era el momento de empezar a conocer Finlandia y a gente de la Universidad. Lo primero de todo decir que Forssa es un pueblo de 17000 habitantes situado 110 Km al noroeste de Helsinki. Está muy extendido porque los edificios difícilmente superan las tres plantas y entre edificio y edificio puede haber cuarenta metros de distancia por lo que hay que andar unos veinte minutos para llegar a la Universidad.

En el autobús éramos cuarenta personas de las cuales 30 eran finesas. En Forssa somos ocho estudiantes Erasmus; un español, tres belgas, dos checos, un turco y yo. Esta semana llegarán refuerzos y esperamos recibir a cinco nuevos Erasmus(un español entre ellos xD).

Una vez en Turku comenzamos el viaje por los diferentes pubs de la ciudad. Decir que Turku es la tercera ciudad en cuanto a población se refiere de Finlandia(175000), aunque las calles están desiertas debido al frío y a la forma de ser de los fineses. Después de tres horas de pub en pub decidimos ir a una pizzeria y cenar antes de entrar al Onella (la discoteca grande de Turku).


Dos fineses de la Universidad en un pub de Turku



Una vez en el Onella descubres que los que antes parecían unos introvertidos finlandeses se transforman y se vuelven habladores y bromistas. Aún no ha llegado el momento de hablar sobre cuánto beben los finlandeses (pero llegará). Una vez alcoholizados, bailan mirando al suelo y parece que tienen dos pies izquierdos porque no hacen más que chocarse unos con otros. Así transcurre la noche mientras empiezo a sentirme un poco más cómodo hablando inglés. Noto como la gente se fija bastante en mí por mi tono de piel. Les resulta extraño ver a una persona morena, de hecho un gran cantidad de chicas finesas están teñidas de moreno o pelirrojo, al contrario que aquí, en una prueba más de que nadie está contento con lo que tiene.
Llegaron las cuatro de la mañana y el autobús nos estaba esperando para regresar a Forssa. Una vez en Forssa sucedió lo peor de la noche, tener que caminar veinte minutos a -22 grados hasta llegar a casa. Eso si, la felicidad obtenida una vez estás en ella no tiene precio.

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